Cuando colisionan las estrellas by Susan Elizabeth Phillips

Cuando colisionan las estrellas by Susan Elizabeth Phillips

autor:Susan Elizabeth Phillips [Phillips, Susan Elizabeth]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-06-29T00:00:00+00:00


* * *

Thad odiaba sentarse en el asiento del copiloto y que Olivia condujera, pero le había insistido, y de haberla presionado se habría comportado como un ogro machista.

—No era necesario que vinieras —⁠le dijo Olivia mientras recorrían la I-78 hacia Plainfield, Nueva Jersey⁠—. De hecho, para que te remuevas incómodo cada dos por tres y pongas mala cara, habría preferido que no vinieras.

—Me gusta conducir, es solo eso.

—A mí también. Y conduzco mejor que tú.

—Te equivocas.

—No he olvidado la escapada a Breckenridge. Vas demasiado deprisa.

—Dice la mujer que va diez kilómetros por hora por encima del límite.

—Diez es razonable. Veinte no.

Ahí tenía razón.

Plainfield, la ciudad natal de Adam, se encontraba en Nueva Jersey, aproximadamente a una hora al oeste de Nueva York. Era bastante tarde, el día después de que Thad le mostrara la fotografía. La noche siguiente volarían hacia Las Vegas; los dos deseaban llegar cuanto antes, aunque a él le preocupaba que Olivia no hubiera vuelto a mencionar ni una sola vez el pacto.

—Por lo menos podrías haber alquilado un coche decente. —⁠Thad estaba malhumorado.

—Usted perdone, señor Pez Gordo, pero no necesito alquilar un Rolls Royce. Un Mazda me va perfecto.

—Porque tú no mides uno noventa —⁠protestó.

—Y tampoco soy un bebé quejica.

Si seguía refunfuñando, le daría la victoria. Hasta hoy, Thad no había reflexionado sobre el hecho de ir de copiloto con una mujer al volante, así que no tenía nada que ver con el machismo. Lo que lo irritaba en concreto era ser el copiloto de Olivia.

Nunca se había considerado un tío controlador. Respetaba a las mujeres. Las valoraba. Coño, trabajaba para Phoebe Calebow. Pero cuando se trataba de Olivia Shore, quería llevar las riendas, algo que evidentemente ella jamás le permitiría.

—No sé qué pretendes conseguir con este viaje. —⁠Thad golpeó la alfombrilla con el pie.

—Yo tampoco. Pero estoy cansada de sentirme una víctima y necesito hacer algo.

—¿El qué?

—Todavía lo estoy pensando.

Es decir, que no tenía ni idea. Mientras Olivia tomaba el desvío para salir de la carretera, Thad estiró las piernas todo lo que le dejaba el Mazda.

—Se me ocurre algo mejor. Busquemos un hotelito Holiday Inn y hagamos lo que queremos hacer desde que nos conocimos.

—No estamos en Las Vegas. —⁠Olivia lo miró a los ojos, aunque Thad la vio parpadear.

—Pero casi. Mañana por la noche volamos hacia allí, ¿recuerdas? Y no hemos firmado nada. Podemos cambiar de opinión cuando se nos antoje.

La arruguita que se formó entre las cejas de Olivia lo llevó a arrepentirse de haber sacado el tema.

—En cuanto crucemos esa línea —⁠dijo⁠—, todo será diferente entre nosotros.

—Será diferente igualmente —⁠observó él intentando recuperar el terreno perdido⁠—. Tú dictaste las normas. En cuanto finalice la gala, acaba nuestro compromiso con Marchand y nunca volveremos a vernos, ¿recuerdas?

Olivia giró hacia una calle de cuatro carriles con casas humildes de madera a ambos lados y aferró el volante con más fuerza.

—Hay muchísima gente con la que follar, pero ¿de cuánta gente te fías? ¿En cuánta confías? ¿Cuánta se entiende como nos entendemos tú



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